La lengua como Identidad nacional ante la inmigración: su conjunción a
través de la escuela en el pensamiento de Estanislao S. Zeballos
Language as a National Identity Before Immigration: its Conjunction
Through the School in the Thought of Estanislao S. Zeballos
_____
Enrique Shaw
enriqueshaw@gmail.com
CEA, Facultad de Ciencias Sociales,
Facultad de Lenguas, UNC, Argentina
Esther S. Borgarello
sb5870@gmail.com
Facultad de Derecho, Universidad
Nacional de Córdoba, Argentina
Resumen
En la conformación de la identidad de un Estado- Nación es
fundamental la conceptuación de la lengua ya que genera el sentido de
pertenencia. El Estado argentino a través de la Generación de 1880 impuso un
programa único, común y homogéneo, para toda la educación pública con
contenidos prefijados como primordiales y así se ponía como eje un lenguaje y
una cultura común, inclusivos en un “Nosotros”. Es de esta forma que la escuela
fue el aparato ideológico por excelencia de la elite en el poder para poner en
práctica su modelo socio-económico cultural pergeñado. Estanislao Zeballos
–como intelectual representante de esa elite– ve en la lengua una cuestión
política asociada con el disciplinamiento de las multitudes extranjeras-
llegadas en masa de una Europa expulsiva –y que requiere este Estado-Nación en
construcción desde el poder.
Palabras clave: identidad nacional; lengua como identidad; Estanislao
Zeballos; inmigración
Abstract
In the conformation of the identity
of a nation-state, the conceptualization of the language is fundamental since
it generates the sense of belonging. The Argentine State through the Generation
of 1880 imposed a single program, common and homogeneous, for all public
education with pre-set contents as primordial and thus put as an axis a common
language and culture, inclusive in an "We". It is in this way that
the school was the ideological apparatus par excellence of the elite in power
to put into practice its socio-economic cultural model.
Keywords: national identity; language
as identity; Estanislao Zeballos; migration
La lengua como Identidad nacional ante la
inmigración: su conjunción a través de la escuela en el pensamiento de
Estanislao S. Zeballos
Tenemos que recordar y re recordar, que los Estados Nación son
construcciones recientes. Datan de los albores del siglo XIX en su conformación
política-administrativa y cultural.
Latinoamérica no estuvo ajena a la construcción de estos sistemas de
dominación política. Una vez finalizadas las luchas y guerras de independencia
comenzaron a desprenderse de esa formación político administrativa colonial y
fueron construyendo cada uno, desde el Estado naciente su Estado-Nación.
Una fecha probable para este proceso, si bien unos Estados se fueron
conformando antes que otros, puede decirse que a partir de la mitad del siglo
XIX, con la desaparición de los actores de la independencia posibilitó, en cada
parte y región de nuestra América el surgimiento de nuevas “Naciones”.
Este proceso obviamente, produjo en la América un mapa caracterizado
por su división política, enfrentamientos y guerras fratricidas, amén de la
injerencia de las potencias imperiales del momento.
Por ello, es una explicación de por qué ante un proceso de construcción
Estatal no progresaron propuestas de integración Americana. Acaso cada Estado
quería vivir para lo que en ese momento era un signo de la Modernidad política,
es decir un Estado Nación propio. Habrá que esperar más de un siglo para que
nuevos intentos de integración tengan intentos de concreción, pero siempre con
fuerzas centrífugas intentando su fracaso. Fuerzas internas como externas.
Si bien hoy son dos conceptos que se diferencian, en la generación del
´80 estos conceptos van unidos a la necesidad de creación de un “Yo nación”,
con una identidad propia, despojando al extranjero de sus valores nacionales
propios de su nación de origen. Había que crear la Nación Argentina, un Yo, un
Nosotros.
La creación del concepto de Nación, propone una mística del Estado
Nacional como uno diferente y con identidad propia distinto al Otro. El
concepto de Patria va unido al de Nación no se basa en el Estado o en el
gobierno sino en el amor a una cultura, a un arraigo a un territorio, a unas
tradiciones en el conjunto de una nación, con una historia y valores
considerados relevantes en común.
Son dos realidades, entre una -inventada como es la Nación-
que comparte rasgos distintivos y otra que comparte unos principios como el
amor a los símbolos representados en la bandera, el escudo - entre otros-, y
que identifican al Estado desde lo jurídico. Para conformar la Patria debemos
converger en los valores que se privilegian para la conformación de una Nación.
Un Estado necesita de una nación y los valores nacionales, los cuales al
conformarse como valores patrióticos convergen en un Estado Nacional.
El concepto de Patria, etimológicamente viene
del latín páter- padre- es de allí donde se produce la creación del mito
“Patria-Nación“, un Yo, nación argentina, y el sentimiento del sentirse Yo
pertenencia - de allí la bandera, el himno, el escudo y la determinación de
quienes son los padres que originan la Nación. Y así serán héroes San Martín,
Belgrano, o antihéroes Rosas o los caudillos (¿y acaso el interior también?).[2] Al existir una sola Nación, coexiste por lo tanto, una sola patria.
Con sus valores y mitos y sobre todo, ese espacio definido políticamente que es
el territorio donde se va asentar la nación.
¿Que se pretende con esta instrumentación pergeñada desde el Estado y
por el Estado? Unir a inmigrantes con nativos para conformar un Uno, ya que la
patria es lo que une por encima de lo que divide- ¿Y cómo se pretende lograrla?
A través de la educación (pero no cualquier educación sino la patriótica) que
trasmite esos valores y sentimientos comunes frente a aquellos distintos del
origen migratorio-o los que la oligarquía en el poder considera peyorativos.
Si bien Patria, Nación y Estado son vocablos
distintos, con la generación del 80 se pretende unir los tres conceptos y así
la Nación como entidad poblacional, la Patria como unión de valores
sentimentales y el Estado como conformación territorial conformarán
jurídicamente un “Yo Nación Argentina” distinto y diferente al Otro. Dada esta unión de la idea de Patria, Nación con la de Estado, surge
así la estructura que sirve de cobertura jurídica a este último como Estado
Nación.
Podemos observar a través de nuestra Historia Argentina que la
identidad nacional -a raíz del proceso inmigratorio -se forma a partir de la
unidad de lo diferente. Y ese trabajo se propuso Zeballos a través de la Revista Derecho Historia y Letras.[3]
Le da forma seleccionando aquellos rasgos que juzga necesarios,
mediante un proceso de asimilación en cuanto de aquellos valores queridos y de
rechazo de los considerados de escaso valor. Entre los elementos que coadyuvan
a conformar la Identidad Nacional podemos mencionar: la Historia, el
Territorio, los Símbolos Patrios y el Idioma. (Smith, 1997:43 in fine)
El surgimiento y consolidación del Estado Argentino, como Estado
Nacional, se da a la par de que se fue construyendo y edificando las bases
identitarias de la Nación. En el caso Argentino se creó, inventó y diseñó a la
Nación desde el Estado, generando líneas directrices que confluyeron en la
construcción de una identidad nacional, en medio de ese proceso de inmigración
masiva y con los problemas que suponía una sociedad multicultural.
Así, esta construcción operó en dos niveles o
ámbitos. Uno, hacia los sectores populares en formación, buscando insertarlos
en la construcción de este Yo nacional a través de una lengua nacional,
tradiciones y mitos insertos por medio de una educación en manos del Estado
-con maestros nacionales, y una escuela pública y gratuita-; y otro, respecto
de la propia clase dirigente emergente y hacia los intelectuales, para
concientizarlos e imbuirlos en el compromiso de una formación identitaria
nacional por medio de los distintos instrumentos reales y simbólicos que se
fueron creando y que posibilitaron la construcción imaginaria de la Nación,- en
el análisis conceptual de este aspecto seguimos a Anderson que señala a la Nación como una comunidad política imaginada como inherentemente
limitada y soberana, Nación que se imagina limitada porque incluso las más grandes , tienen fronteras finitas,
aunque elásticas, más allá de las cuales se encuentran otras naciones.
(Anderson, 1991:23)
Desde el primer Censo Nacional en 1859 y el segundo en 1895, el país
acusó un 25% de extranjeros y el de 1914 un 30% de ellos, la inmensa mayoría
eran los inmigrantes de una Europa en proceso industrializante y expulsativa,
que llegaban en enormes contingentes: más de un millón en el decenio 1880-1890,
ochocientos mil en el decenio siguiente y un millón doscientos mil solo en los
cinco años anteriores a 1910. De tres millones novecientos noventa y cinco mil
habientes que acusaba el censo de 1895 había pasado en 1914 a siete millones
ochocientos ochenta y cinco mil habitantes (Romero, J. L.).
Con la inmigración masiva, cambió la fisonomía de buena parte del país.
En las zonas de mayor asentamiento, se modificaron las costumbres tradicionales
y ante esta diversidad de idiomas, se conformó un pluralismo cultural. Para los hijos de los inmigrantes, el
principal factor de integración fue la escuela
primaria. Así lo vieron los intelectuales y políticos, preocupados por
la consolidación de la Nación. Además de combatir el elevado analfabetismo, la
escuela fue vista como un espacio donde los hijos de inmigrantes aprendían a
querer al país y a transmitir ese sentimiento a los padres. Así las ideas
de patria y patriotismo se convirtieron en instrumento para la organización de
los “aparatos ideológicos” - como diría Althusser- de disciplinamiento y
control social por parte de la oligarquía en el poder, a los fines de asegurar
la reproducción de los mecanismos de control de la política y la economía, así
los mitos, las efemérides y los actos patrios oficiales, los relatos
moralizadores, las anécdotas ejemplificadoras de los próceres concebidos solo
desde el bronce.
La Patria existe a través de la enseñanza, la
domesticación del extranjero y la asimilación de los hijos al status de
“argentino”. Es así que en Argentina la inmigración estará inserta en un
proyecto de Nación desde la segunda mitad del siglo XIX, el cual incorpora como
clave el elemento poblacional para dinamizar las aún incipientes estructuras
productivas, orientado a la modernización del país. Iniciado el siglo XX, las
dicotomías y antagonismos de clase (oligarquía civilizada- italianos del
cocoliche)) comienzan a ser reformulados a la luz de la irrupción de las clases
obreras en el escenario público, las cuales estaban vinculadas indudablemente al
desarrollo industrial del país. Se plantean nuevas paradojas, ya que “el
anglosajón” de Alberdi - portante de civilización- no es el que viene, sino que
había que convivir y generar espacios sociales al inmigrante mediterráneo, de
escasa instrucción que huía de una Europa “expulsativa y expurgativa” en su
proceso de industrialización.
Las
estructuras normativas diseñadas fueron de inclusión, protección, pero también
de control; fundamentalmente a partir de comienzos del siglo XX las leyes de
inmigración sufrieron modificaciones en las que el Estado en sus facultades
potestativas podían expulsar y repatriar a elementos “indeseables” que ponían
en peligro al modelo y el aparato ideológico diseñado por la oligarquía. (Shaw,
2015: 200)
Estanislao Severo Zeballos – y de allí la razón de su estudio-
participó en la creación e institucionalización con la elite dirigente de un
“Yo” argentino; “Yo” que puede: reconstruirse, reinventarse o inventarse
plenamente, que se construye desde la misma elite, y que deberá llegar a
instituirse y realizarse en un “Nosotros” e instituirse imaginariamente en la
sociedad de mayoría inmigrante a la que hay que incluir tanto a través de un
proceso de socialización, como de control social. En ese sentido, Castoriadis
(1993:29) es quien acuña el término imaginario social, el cual representa la
concepción de figuras/formas/imágenes de aquello que los sujetos llamamos
“realidad”, sentido común o racionalidad en una sociedad. Esta “realidad” es
construida, interpretada, leída por cada sujeto en un momento histórico social
determinado. Esta concepción de figuras/formas/imágenes es una obra de creación
constante por parte de cada sujeto inmerso en una sociedad, de este modo ejerce
su libertad, se transforma y va transformando el mundo que lo rodea.
La inmigración masiva con su llegada al país plantea a la dirigencia
política un cuello de botella que hay que resolver por cuanto numéricamente
supera a la población nativa, hay que incorporarla con una identidad nacional,
con nuevos valores patrióticos, con un nuevo sentimiento de patria ahora
argentina. El Estado a través del derecho –como aparato ideológico fundamental-
dictará aquellas normas que considera importantes para su modelo de dominación,
normas inclusivas, de cooptación tendientes a instrumentar la construcción del
“Yo” y del “Nosotros”. Normas qué tenderán a conformar en los hechos la
instrumentación del qué somos, quiénes somos y quiénes son los “Otros”, Otro
que también se va construyendo por medio de los diversos instrumentos
institucionalizados para concretar ese modelo ideológico ideado por la elite
dominante.
Estanislao Zeballos como diputado en 1887 por Santa Fe, decía ante el
Congreso de la Nación,
Dentro de poco nos veremos
convertidos como Montevideo en una ciudad sin rasgos […] nosotros vamos a ser
el centro obligado a donde convergerán quinientos mil viajeros anualmente; nos
hallaremos un día transformados en una Nación que no tendrá lengua, ni
tradición, ni carácter, ni bandera […] puesto que los extranjeros no tienen una
patria aquí, se consagran al culto de la patria ausente. Recórrase la ciudad de
Buenos Aires y se verá en todas partes banderas extranjeras, en los edificios;
las sociedades, llenas de retratos e insignias extranjeras, las escuelas
subvencionadas por gobiernos europeos, enseñando idioma extranjero; en una
palabra, en todas partes palpitando el sentimiento de la patria ausente, porque
no encendemos en las masas el sentimiento de la patria presente.[4]
Las preocupaciones de Zeballos eran en relación a los efectos no
deseados de la inmigración europea, considerada imprescindible como mano de
obra para proyectar al país como una nación capitalista y moderna. Había que
incorporarla a través de una educación estructurada, manejada e
institucionalizada por y desde el Estado.
Al decir de Santiago Sánchez en “Nacionalidad e inmigración en el
pensamiento de Estanislao Zeballos”, ese mismo año 1887, Zeballos, como
presidente de la Cámara de Diputados y del Consejo del XI Distrito de Buenos
Aires, alertó sobre la indiferencia cívica observada en las escuelas, así
observaba que,
…pese a la ley 1420, sancionada
tres años atrás, que establecía la obligatoriedad de la escuela primaria, el
sistema educativo público no sólo no se había extendido lo suficiente y carecía
de infraestructura adecuada, sino que no había logrado insuflar en los alumnos
un sentimiento y una conciencia nacionales. La escuela argentina se hallaba en
desventaja frente a la escuela subvencionada por las colectividades extranjeras,
aunque esta situación comenzaba, muy lentamente, a corregirse. La cantidad de
alumnos que no hablaba el español o lo hablaba incorrectamente era considerable
aún. Llevaría varios años ampliar la matrícula escolar y consolidar la
influencia del Estado sobre todo el sistema educativo.[5]
En 1900 Zeballos escribe en La Revista
sobre el Escudo nacional,
…que los atributos nacionales
corren de tal manera alterados por eliminación de caracteres o por adiciones y
variantes arbitrarias y a las veces ridículas, que aún las personas instruidas
se preguntan a menudo: ¿cuál es el verdadero escudo nacional?[6]
Había que rescatar los símbolos nacionales, darles una unidad, un
sentido nacional único para conformar la Nación y poner el acento en la
educación como forma de integración y conformación de esta la Nación Argentina.
Así la forma definitiva del escudo quedó fijada en 1900 por Estanislao S.
Zeballos, cuando formaba parte del ministerio nacional.
Al año siguiente en otro artículo en La Revista
acerca de las escuelas populares decía,
…no hay en la República Argentina
un asunto más trascendental, pero desgraciadamente voy a hacer una afirmación
definitiva, con la convicción profunda que tengo al respecto y en la forma
terminante con que acostumbro hacer todas las afirmaciones cuando estoy
convencido de su verdad: desgraciadamente, repito, en nuestro país el pueblo y
los poderes públicos apenas acuerdan a estas trascendentalísimas cuestiones una
importancia secundaria” … No hay sino un medio de defender de cualquier peligro
a nuestra nacionalidad, en el pasado y en el porvenir, del punto de vista
educacional: el de declarar que los ideales de la educación correspondan al
Estado, prestigiando el sistema que dirige el Consejo Nacional con sus
delegaciones federales en el resto de la República, combinadas con los consejos
de las provincias. Éste es el sistema de educación de la carta fundamental. ¡Él
ofrece amplias seducciones para todos los anhelos y creencias, porque a todos
los comprende y a todos asegura los beneficios de las garantías y libertades
declamadas! (…) Es el único sistema que dará homogeneidad al sentimiento
nacional y que habilita para ejercitar los derechos acordados por nuestra
constitución, en un ambiente de fundadora libertad de pensamiento y de acción,
para todos los hombres y para todas las creencias, acordando a cada uno su
legítimo lugar. Es la vía para alcanzar el equilibrio de las influencias e
intereses contradictorios al amparo de la dirección uniforme de los destinos de
nuestra nacionalidad.[7]
En “Discursos escolares” alerta reclamando que “la Nación
carece de un ideal definido y de una acción resuelta en materia de educación”[8]
buscando de esta forma una intervención estatal al respecto.
Es así que podemos sostener que
el pensamiento de Zeballos fue concordante con la importancia de la educación
en el proceso de construcción de una Nación.
Es por ello que no dudó en transcribir en La Revista
el discurso del senador chileno Puga Borne donde criticaba la actitud del
gobierno de su país por haber reducido del presupuesto las partidas destinadas
a la educación pública, ya que consideraba a la escuela "como la obra más grande para la defensa nacional".[9]
Puga Borne destacaba la importancia de la educación como medio de generar
sentimientos de pertenencia -esto es la construcción de imaginarios junto con
el aparato simbólico- importancia concordante con la de Zeballos, y es por ello
el motivo de la publicación en La Revista de
su artículo como lo afirmamos supra. Así la educación, en especial la pública,
se conforma como uno de los Aparatos Ideológicos del Estado, principal y
fundamental para la reproducción de las condiciones de producción, al decir de
Althusser.
En nuestra opinión la inclusión de este discurso en La Revista tuvo dos propósitos: por un lado, la de compartir
la opinión de Puga Borne, en cuanto a la importancia de la educación como medio
de ejercer la soberanía, ya que era instrumento fundamental en la construcción
del “Nosotros”; por el Otro, como medio de mostrar el "nacionalismo"
chileno y resaltar una característica de la otredad.[10] Es
decir el Otro, Chile, estaba realizando la construcción del Otro por medio del
Estado, pero encontraba tropiezos por parte de, también de la elite, que no
entendía la cabal importancia del tema.
Zeballos tomó como suyos los argumentos de Puga Borne, sosteniendo que
la solución al problema educacional argentino se resolvería solamente si se
aumentaba significativamente el presupuesto educativo.[11]
Pero además, sostenía que era necesaria la reforma total de nuestra instrucción
pública, reforma que tenía que ser llevada a cabo por especialistas ya que era
un problema político de actualidad: la educación.[12] En
este sentido se atrevía a hacer un breve diagnóstico sobre los males que
afectaban a la educación diciendo…
...su organización actual robustecen tendencias
sociales cuya futura acción será deplorable y hace sentir lamentados efectos
(...) hemos copiado é instalado mal nuestro sistema educativo, desde la escuela
primaria á la Universidad. Predominó el trasplante mecánico de conquistas
ajenas sin la reflexión filosófica respecto al medio y a los elementos”.[13]
En la identidad de un Estado-Nación es fundamental la conceptuación de
la lengua ya que conforma el sentido de pertenencia- El idioma, la lengua,
juega un papel de primer orden pues da unidad que determina y favorece un
“Nosotros”.[14]
La elite de la generación de 1880, busca hacer del castellano[15]
la “lengua“, evitando toda forma espuria propia del inmigrante que llegaba a
estas tierras y por ello , se colocó en la escuela como institución básica y
primordial para homogeneizar a toda esa heterogénea inmigración europea tanto
desde lo cultural y sobre todo desde lo idiomático. Se observa en la educación
el factor aglutinante frente a los posibles efectos desintegradores de la
política inmigratoria,
Zeballos ve en la lengua una cuestión política asociada con el
disciplinamiento de las multitudes que requiere este Estado -Nación en
construcción desde el poder. Cuando publica La
conquista de quince mil leguas, donde su verdadero objetivo es la
ocupación territorial del Estado habla de los indios araucanos, y en relación a
su lengua, la encuentra “preciosa”- si bien carente de palabras que reflejen
abstracciones- , y aquí señala que cuando otros – que no son araucanos- hablan
la lengua, la corrompen y degeneran gramaticalmente; por lo que hay que
enseñarles, corregirles (Zeballos,1878:333-334) En esto está expresando lo que
luego escribirá en La Revista,
sobre la importancia de la lengua y el papel de la escuela en ese proceso.
No hay dudas que la escuela es un
espacio que promueve en la convivencia de los niños con sus maestros mediante
la interacción
cotidiana y así se va construyendo un nuevo contexto de cultura distinto
del hogar del inmigrante. Un contexto de cultura en el cual se asumen nuevos
paradigmas en el sistema valorativo, se da vida a uno distinto a aquel que
corresponde al del hogar –que era el del inmigrante con valores de la “patria
ausente” como diría Zeballos–, y es en este
nuevo –el de la escuela– el que se va
construyendo un nosotros como argentinos. La identidad –no hay dudas– que es un producto de la relación funcional entre lengua
y cultura, y aquí es la importancia del grado de intervención estatal en este
proceso y que Zeballos en su Revista
reclama.
Podemos observar a través de la historia de nuestro país, que la
identidad nacional -a raíz del proceso inmigratorio -se forma a partir de la
unidad de lo diferente. Y esa es la tarea que se propuso Zeballos a través de
la Revista Derecho, Historia y Letras.
Le da forma, seleccionando aquellos rasgos que juzga necesarios,
mediante un proceso de asimilación en cuanto de aquellos valores queridos y de
rechazo de los considerados disvalioso. Pero también imponía al Estado la
obligación de una asimilación de una construcción identitaria desde la “patria
presente” y no de la “patria ausente”. Las preocupaciones de Zeballos eran en
relación a los efectos no deseados de la inmigración europea, considerada
imprescindible como mano de obra para proyectar al país como una nación
capitalista y moderna. Había que incorporarla a través de una educación
estructurada, manejada e institucionalizada por y desde el Estado y con una
lengua homogeneizada.
El Estado-Nación que se construía como entidad patriótica necesitaba de
la escuela, para legitimizar esos valores posicionados por la elite política y
que distinguían el “Yo estado- nación- patria argentino” de ese “Otro”, y la
escuela estaba llamada a promover en las nuevas generaciones -devenidas de la
inmigración- el sentido de pertenencia a ese espacio social determinado que era
el de patria, el nacional, y que se compartía con otros habitantes del propio
territorio enmarcado jurídicamente. Así Zeballos, ponía el acento en los
valores de la Constitución Nacional y advertía que en la,
...capital de la República, en
este distrito central, se agitan y desarrollan diversos y antagónicos ideales
educativos. Advertiríamos que mientras el uno cultiva la sencillez igualitaria
de nuestro sistema político, preparando los niños para la vida de ciudadanos
libres, el otro fomenta las preocupaciones de clases, la anarquía social y la
subordinación del ciudadano a influencias y a disciplinas que enfrían el
sentimiento patriótico y lo desvían de los ideales democráticos. Estas
tendencias, abusos de la libertad de enseñar, subsisten porque la Nación carece
de un ideal definido y de una acción resuelta en materia de educación. La
libertad de pensamiento y de enseñanza reconocen un límite: el culto
patriótico, cuya Biblia es la constitución federal (t. XI, 1901:289-299).
En La Revista, en su artículo sobre
“Escuelas populares” sostenía:
No hay sino un medio de defender
de cualquier peligro a nuestra nacionalidad, en el pasado y en el porvenir, del
punto de vista educacional: el de declarar que dirige el Consejo Nacional con
sus delegaciones federales en el resto de la República, combinadas con los
consejos de las provincias. Éste es el sistema de educación de la carta
fundamental. ¡Él ofrece amplias seducciones para todos los anhelos y creencias,
porque a todos los comprende y a todos asegura los beneficios de las garantías
y libertades declamadas! […] Es el único sistema que dará homogeneidad al
sentimiento nacional y que habilita para ejercitar los derechos acordados por
nuestra constitución, en un ambiente de fundadora libertad de pensamiento y de
acción, para todos los hombres y para todas las creencias, acordando a cada uno
su legítimo lugar. Es la vía para alcanzar el equilibrio de las influencias e
intereses contradictorios al amparo de la dirección uniforme de los destinos de
nuestra nacionalidad. (t.IX, 1901:112)
Es decir una educación común con valores idénticos en cada rincón del
territorio argentino, con una lengua común unificadora de valores patrióticos,
contenidos y resaltados en la Constitución Nacional.
En 1903, al realizarle el prólogo a la
primera edición del libro de Ricardo Monner Sans, Notas al castellano en la Argentina (Buenos Aires, 1903),
Zeballos al tiempo que instaba a la creación de una Academia Argentina de la
Letras -pero sin éxito en su momento- expresa,
Reuníos y organizad la Sección Argentina de la
Academia, a semejanza de las de Colombia, de México y de Venezuela. Contribuid
al perfeccionamiento del Diccionario y a su riqueza por la proposición de
neologismos y de americanismos. Y sobre todo, y con patriótico anhelo, ved que
en vuestro país se hable y escriba correctamente una lengua y sea ella la que,
sonora y copiosa, habla el pueblo argentino en el acta de su independencia, en
la más liberal y humanitaria de las constituciones políticas, en sus leyes
tutelares de los derechos del hombre, que no solamente del ciudadano, en las
páginas épicas de su breve historia, en las aspiraciones de sus patricios, en las
plegarias matinales de los niños, y en la inefable bendición de las virtuosas
madres.
La generación del ‘80 y fundamentalmente Zeballos impone a través de su
ideario la homogeneización cultural, con la incorporación masiva de los niños
inmigrantes al mundo simbólico que conlleva la escuela por medio de la
construcción de la identidad nacional canalizada a través de la alfabetización
realizada fundamentalmente a través de las escuelas estatales, con un plan
educativo único y común propiciando maestros argentinos.
Se centró en la educación patriótica para construir un nuevo imaginario
nacional a través de un plan pedagógico hegemónico producido en torno a un
significado unívoco de patria que tuvo el poder simbólico suficiente con la
creación de mitos, canciones patrias, padres de la patria y un lenguaje único,
pudiendo así interpelar y constituir la identidad nacional. La escuela estaba
llamada a promover en estas nuevas generaciones nacidas del proceso
inmigratorio el sentido de pertenencia nacional.
El Estado-nación que se construía como entidad patriótica necesitaba de
la escuela, para legitimar esos valores posicionados por la elite política y
que distinguían el “Yo Estado-Nación-patria argentino” de ese “Otro”, y la
escuela estaba llamada a promover en las nuevas generaciones devenidas de la
inmigración el sentido de pertenencia a ese espacio social determinado que era
el de la patria, conformada en ese Estado demarcado jurídicamente y con una
población aglutinada en valores nacionales y una lengua propia. Se buscaba una
integración sin fisuras en base al sistema educativo, y de allí la instalación
de los rituales escolares que Zeballos acentuaba en sus escritos por cuanto
integraban en una sola –la Argentina–, las distintas culturas producto de un
país de inmigrantes. Así se crean los mitos –próceres, fechas patrias, idioma
común– para asegurar cohesivamente la identidad, se argentiniza al inmigrante
incorporándole o adoctrinándolo con los valores de la “patria presente” al
decir de Zeballos.
Como observamos, la existencia de estrechas relaciones entre la
identidad nacional y el Estado nación es de importancia clave en los procesos
de socialización del inmigrante en los nuevos estados nación que fueron
surgiendo de aquella América en proceso de desintegración de los dominios
europeos y que ahora como entidades políticas se plantean una afirmación
territorial nacional propia. Y así se van conformando con una identidad
singular que los diferencia unos de otro y de la vieja Europa, que de imperial
ahora se torna expulsativa. América ahora será tierra de inmigrantes, a los que
se integra con nueva identidad a través de la escuela, pilar primordial en esa
tarea de construcción ideológica de la clase dominante donde la escolaridad
pública no hay duda debía funcionar como dispositivo disciplinante a la par de
cohesionador.
Para Zeballos, la lengua forma parte e
integra la identidad patria y es por ello que él, tanto como la generación de
su pertenencia –el 80– imponen a través de la superestructura jurídica y del aparato
ideológico escolar la homogeneización cultural, con la incorporación masiva de
los niños inmigrantes al mundo simbólico que conlleva la escuela por medio de
la construcción de la identidad nacional canalizada a través de la
alfabetización, realizada fundamentalmente a través de las escuelas estatales,
con un plan educativo único y común propiciando maestros argentinos.
Zeballos consideró que el sistema escolar era una herramienta clave
para la constitución de una identidad común argentina frente a las variadas que
presentaba la inmigración y esa certeza se plasmó en sus escritos reclamando
una fuerte inversión en educación estatal. Se centró en la educación patriótica
para construir un nuevo imaginario nacional a través de un plan pedagógico
hegemónico producido en torno a un significado unívoco de patria que tuvo el
poder simbólico suficiente con la creación de mitos, canciones patrias, padres
de la patria y un lenguaje único, pudiendo así interpelar y constituir la
identidad nacional.
La escuela estaba llamada –con la enseñanza de una lengua común a todos–
a promover en estas nuevas generaciones nacidas del proceso inmigratorio el
sentido de pertenencia nacional con profundo sentir patriótico a esa nueva
Nación abierta al mundo pero distinta, con una identidad singular que la hace
un “Yo-argentina” distinta de los “Otros” Estados-Nación.
De
allí que al fundar la Revista exhiba su interés rector,
La acción de la
Revista será en materia de Derecho, crítica y científica, contribuirá a
vigorizar las nociones del Derecho y del Deber en el hogar, en
la educación, en las asambleas legisladoras,
en la administración de Justicia, en el funcionamiento administrativo y en el
ejercicio de las libertades políticas y civiles en las naciones
latinoamericanas y de una manera especial y directa en la República Argentina.
(Zeballos, 1898, I: 5-7).
El corpus de la presente investigación que es
la Revista Derecho, Historia y Letras, de
ESTANISLAO S. ZEBALLOS se cita dentro del texto.
Alonso Álvarez, Andrés. Problemas jurídicos de la normativización lingüística”. En:
Revista de Lengua i Dreit. n. 45. Barcelona.
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Enrique Eduardo Shaw
enriqueshaw@gmail.com
El doctor Enrique Shaw es Secretario Académico y
director alterno del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de
Córdoba, Argentina.
Esther S. Borgarello
sb5870@gmail.com
Doctora en Derecho y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Córdoba. Posdoctorado
del CEA.
[1] Este artículo es el resultado de proyectos de temáticas a fines de
investigación con marcos teóricos constructivistas orientados a las Relaciones
Internacionales –Wend, Hopf, etc. – que desde varios años venimos desarrollando
en la UNC como recientemente en la UNVM. Todos de forma institucional en su
financiamiento.
[2] Es una pregunta que nos hacemos ya que la construcción de la patria
es una edificación desde el puerto dejando afuera al interior profundo.
[3] Nuestro corpus de análisis principal en adelante es La Revista.
[4] Congreso Nacional, Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 21 de
octubre de 1887, p. 239-240, citado por Lilia Ana Bertoni, Patriotas,
cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad argentina a
fines del siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Extraído de: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/nacionalidad-inmigracion-pensamiento-estanislao-zeballos.pdf
2001, pp. 25 y 39.
[5] Idem p. 242. Sobre el tema de la socialización primaria en la
escuela seguimos a los autores Berger y Luckmann.
[6] Estanislao Zeballos, “El escudo y los colores nacionales”, Revista
de Derecho, Historia y Letras, Buenos Aires, tomo VII, 1900, p. 269.
[7] Estanislao Zeballos, “Escuelas populares”, Revista de Derecho, Historia y Letras,
Buenos Aires, tomo IX, 1901, p. 111
[8] Estanislao Zeballos, “Discursos escolares”, Revista de Derecho, Historia y Letras,
tomo XI, Buenos Aires, 1901, p. 299.
[9] Puga Borne, Federico.
"Discurso del senador chileno Federico Puga Borne". En: Revista Derecho.Historia y Letras t. 1. 1898. p. 562.
[10] Hacemos la distinción entre Otredad y Alteridad. La primera es el
Otro y la potencialidad real de éste de transformarse en enemigo. Ver, Shaw,
Enrique. Nosotros y los Otros en la construcción
identitaria. Una visión de la política internacional según Estanislao Zeballos,
1898-1914. UNR, pp. 45-50.
[11] Zeballos, Estanislao. "La desorganización argentina". En:
Revista.... Op. Cit. t. 5, 1900. p. 641.
[12] Ibidem.
[13] Idem. p. 640.
[14] Sobre el tema de la estandarización y homogeneización de la lengua
seguimos a Alonso Álvarez, Andrés. Problemas jurídicos de la
normativización lingüística”. En: Revista de Lengua Il Dreit. n. 45.
Barcelona.
[15] No entramos –por la brevedad del trabajo- en la discusión
ideológica imperial entre castellano o español.