La comunicación como elemento para la integración entre comunidades
sociodigitalizadas transfronterizas: El conflicto social en Argentina/Brasil a
través de las redes
Communication as a Tool for the Integration of Socio-Digitized
Cross-Border Communities: The Social Conflict in Argentina/Brazil across the
Networks
_____
Virginia Tissera
tisseravirginia@gmail.com
IAPCS, Universidad Nacional de Villa María, Argentina
Resumen
El presente ensayo propone abordar ejes en consonancia con
los nuevos procesos que supone la integración latinoamericana, a los fines de
aportar una nueva visión y crítica reflexiva acerca del escenario argentino y
brasileño en torno a la comunicación como fenómeno transfronterizo. En este
sentido se plantean ejes de abordaje en relación a las comunidades
cibermilitantes en redes, que de una u otra forma, comparten el mismo concepto
de democracia, libertad de expresión y derechos. La propuesta pretende integrar
conceptos que devienen de la comunicación, las nuevas formas de participación
ciudadana y el conflicto social en el escenario político actual.
El objetivo es visualizar cómo a través de las nuevas formas
de expresión masiva, en el escenario público y de inminente crisis
político-institucional, se gestan procesos de reacción que enuncian y denuncian
nuevos discursos y que de alguna manera representan una cosmovisión de mundo
que va a la par de un “sentirse latinoamericano”.
La comunicación se toma como eje transversal para pensar la
integración hoy, ya que la serie de fenómenos socio-tecnológicos que se han
venido sucediendo en muchos países latinoamericanos, han sabido nuclear a
comunidades diversas en torno a alguna problemática.
A partir de allí, se piensa y se abre el debate en torno a la
gestación de nuevos procesos de tensión entre la política, las instituciones
civiles en crisis y la población. Esto en términos de conflicto social supone
una reconversión de situaciones tendientes a legitimar la palabra desde nuevas
narrativas.
Palabras clave: comunicación; capital transpolítico; democracia; conflicto
social; realidad sociodigitalizada
Abstract
This essay aims at addressing the
axes that are in line with the new processes the Latin American integration
entails, in order to provide a new vision and a reflective review about the
Argentinean and Brazilian scenario around communication as a cross-border
phenomenon. In this sense, the axes are presented in relation to the
cyber-militant communities present in the network, which, in one way or
another, share the same concepts of democracy, freedom of speech, and rights.
This approach aims at integrating concepts that stem from communication, the
new forms of citizen engagement, and the social conflict in the current
political landscape.
The goal is to visualize how through
the new massive forms of expression, in the public and of imminent
politic-institutional crisis scenarios, are born response processes which
enunciate and denounce new discourses, and which in some way represent a
worldview that goes along with the idea of “feeling Latin American.”
Communication is regarded as the
cross axis to think today’s integration, since the series of
socio-technological phenomena that have been taking place in many Latin
American countries have been able to concentrate diverse communities around a
certain issue.
As from there, the debate is thought
and opened around the development of new tension processes between politics,
civil institutions in crisis, and the population. This, in terms of social
conflict, supposes a conversion of situations that tend to legitimize the word
from new narratives.
Keywords: communication;
trans-political capital; democracy; social conflict; socio-digitized reality
El espacio público como lugar de intercambio de mensajes y símbolos ha
venido sufriendo modificaciones a lo largo de los últimos años. De un tiempo a
esta parte, las lógicas informacionales y de la comunicación se reconfiguraron
según distintos hechos que tuvieron consecuencias claves en ese lugar caótico,
por definición.
En este nuevo contexto de reconfiguración de los espacios nacionales,
regionales y locales, la política, la economía, la cultura y diversos ámbitos
de la ciudadanía se vieron nuevamente reformulados y puestos en el centro del
debate. Tanto el terreno comunicacional como el cultural, anteriormente
exclusivos a los medios de comunicación tradicionales y a esferas de poder más
cerradas, pasaron a ser lugares de encuentro y resistencia, de dominio del
poder de distintos sectores sociales.
Es dentro de este nuevo espectro de división de poderes y discursos
legítimos, que la sociedad en su conjunto se volvió protagonista de una serie
de cambios en relación a la convergencia de distinto tipo de plataformas y
lenguajes. Las palabras, los testimonios, la acción colectiva y la creciente
necesidad por comunicar, replicar y contestar, reforzaron aún más los nuevos
modos de manifestación y movilización de las masas.
La aparición de nuevas prácticas y sentidos en torno a la democracia
intercultural, a la participación activa de las comunidades transfronterizas,
pone a reflexionar acerca del valor de la comunicación como elemento clave para
pensar la integración latinoamericana. Se debate en torno a la reconversión de
procesos que plantean nuevos cursos de acción y de enunciación, al interior de
escenarios en ebullición.
A partir de allí, se piensa y se abre el debate alrededor de la
gestación de nuevos procesos de tensión entre la política, las instituciones
civiles en crisis y la población, además del entramado de modificaciones
económicas y culturales, entre tantas otras por las que cada país atraviesa.
Sobre la base de estas consideraciones, el presente ensayo trabaja
alrededor de ejes que plantean una reflexión crítica acerca de los desafíos y
las posibilidades que representa la comunicación de las sociedades
transfronterizas, en materia de integración, para pensar un concepto clave aún
más abarcativo, la democracia. De esta manera, se considera a la comunicación
como capital transpolítico de esos nuevos procesos de integración.
El ensayo propone abordar ejes en consonancia con los nuevos procesos
que supone la integración latinoamericana, a los fines de aportar una nueva
visión y crítica reflexiva acerca del escenario argentino y brasileño en torno
a la comunicación como fenómeno transfronterizo. En este sentido se plantean
ejes de abordaje en relación a las comunidades cibermilitantes en redes, que de
una u otra forma, comparten el mismo concepto de democracia, libertad de
expresión y derechos.
Las sociedades de ambos países, en los últimos meses han pasado por
diferentes procesos que apelaron a una nueva discursividad, inmersos en una
nueva gramática de espacio/tiempo, manifestando su opinión y en algunos casos
apoyándose entre países. Un caso concreto en torno a democracia, capital
transpolítico y sociedades, ha sido el famoso “Fora Temer”,
que se replicó en la sociedad argentina en apoyo a la situación del país
vecino.
La propuesta del trabajo pretende integrar conceptos que devienen de la
comunicación, las nuevas formas de participación ciudadana y el conflicto
social en el escenario político actual.
El aporte permite pensar la democracia desde el rol activo de las
comunidades, desde diferentes marcas narrativas, algunas virtuales, otras de
manifestación real, por una necesidad constante de tomar la palabra en nuevos
escenarios.
Para ello se toman conceptos base de Jaime Antonio Preciado Coronado
(2014) acerca de nuevos paradigmas de integración autónoma latinoamericana.
Asimismo se considera como central el aporte de Malvina Rodriguez (2016) en
torno al concepto de realidades sociodigitalizadas y nuevos entornos virtuales
en la configuración de nuevos procesos de comunicación que a su vez permiten pensar
una nueva configuración del espacio público.
En esta misma línea se toman conceptos de Boaventura Sousa Santos
(2010) en torno a la democracia intercultural. Para expandir aún más la visión
y comprender el fenómeno comunicacional, se reflexiona acerca de la categoría
de capital transpolítico, tomando el aporte de Eugênio Trivinho (2006).
La comunicación se toma como eje transversal para pensar la integración
hoy, ya que la serie de fenómenos socio-tecnológicos que se han venido
sucediendo en muchos países latinoamericanos, han sabido nuclear a comunidades
diversas en torno a alguna problemática.
El objetivo es visualizar cómo a través de las nuevas formas de
expresión masiva, en el escenario público y de inminente crisis
político-institucional, se gestan procesos de reacción que enuncian y denuncian
nuevos discursos y que de alguna manera representan una cosmovisión de mundo
que va a la par de un “sentirse latinoamericano”.
La elección del tema se sustenta no sólo en la posibilidad de crear
nuevos marcos críticos, en este caso ligados a la comunicación, desde los
cuales mirar la integración, sino que también se funda en la oportunidad de
poder aportar ideas y vincular saberes que puedan reflexionar acerca de la
reconversión de nuestros países.
De un tiempo a esta parte se han venido produciendo transformaciones
que quizás respondan al carácter cíclico del capitalismo como tal, pero que en
sí mismas representan en términos ideológicos mucho más que eso. Teniendo como
marco de referencia la situación actual de Brasil y Argentina, encuentra su
punto de partida con las manifestaciones y movilizaciones del último tiempo, en
relación a los nuevos gobiernos de ambos países, que supieron sortear ciertos
obstáculos para instalarse en el escenario público y (re) generar descontento
al mismo tiempo que despertar pasiones.
La democracia, como arena de disputa de hoy y de siempre, se
reconfiguró o más bien, fue reconfigurada según ciertos patrones que mutaron al
interior de los países. El fenómeno sociotecnológico, lo transnacional, el
proceso de ciberalfabetización, entre otros, significaron la emergencia de
nuevos discursos que fueron encontrando su lugar en las fisuras de lo que ya
estaba instituido, de lo que se suponía era un derecho de todos, lo
democrático. En palabras de Preciado Coronado (2014):
La democracia monopolizó la
representación, pretendiendo convertirse en antídoto contra el autoritarismo y
fuente de un futuro desarrollo prominente. Mientras tanto, el discurso
neoliberal que enaltecía las ventajas del libre mercado, la desregulación, las
privatizaciones y el Estado mínimo, de acuerdo al Consenso de Washington,
estableció este modelo ideológico como conductor de la integración, y
condicionante para la estabilidad democrática y macroeconómica (Preciado Coronado,
2014: 45).
A partir de allí, lo democrático comenzó a tener simbólicamente peso en
las sociedades. Había que volver a confiar en el Estado, además de intentar
reconstruir el entramado que cubría lo identitario, lo propio, las raíces
culturales. En este sentido, la democracia como elemento para recuperar ciertos
sentidos, sirvió para instalar ideológicamente el proceso como portador de
autonomía, de libertades, más allá de lo que en sí mismo representaba. En esta
misma línea, el autor plantea una idea de democracia regional asociada a una
postura preponderante que estuvo ligada al “proceso de integración neoliberal”
que produjo un “conflictivo triángulo Estado-Sociedad-Mercado, donde la
imposición de un modelo de organización política y un sistema de valores
homogéneo anglo-eurocéntrico, promovido como democracia global, fue el discurso
dominante” (Preciado Coronado, 2014: 45).
El conflicto social, como protagonista de los cambios estructurales en
la región, dejó ver que entre las fisuras estaba el sentido de lo democrático.
Un sentido social compartido que potenciado por los fenómenos de la
sociodigitalización, comenzó a constituirse como un lugar de resistencia a la
par de los poderes convencionales. Este desplazamiento en términos político
institucionales, no es nuevo ni representa un quiebre absoluto, sino que por el
mismo hecho de utilizar nuevos elementos en la conformación del discurso, logró
causar un impacto a nivel enunciativo y denunciativo, diferente del de
contextos anteriores.
La condición del Estado se fue delineando
entre la puja de actores que no sólo estaban en los sectores “legítimos” para
ejercer la palabra, sino que además fue sufriendo una suerte de desalojo de sus
condiciones primeras, alrededor de una idea de política ligada a la
cibercultura, tomada ésta como categoría central para pensar lo que Trivinho
(2006) llamó “civilización mediática avanzada”. Esa nueva agenda en el
escenario público, permitió pensar las relaciones indisolubles entre la
transpolítica (por fuera de la política tradicional) y la cibercultura. Estos
fenómenos de integración se trasladaron rápidamente al escenario transnacional,
alcanzando el protagonismo de las comunidades que de alguna manera eran
portadoras del impulso.
La información como principal insumo de esa transpolitización de los
hechos, fue pensada como un recurso estratégico (desde el Estado y desde los
grupos de medios masivos de comunicación) para impulsar e instalar un
“imaginario político institucionalizado”. En este sentido, la especificidad de
la transpolítica, según Trivinho reside no sólo en el hecho de que significa
más dominio de poder absoluto, sino que además representa una “turbulencia
mutua” entre los involucrados (instituciones y sociedad) en un discurso de
inestabilidad y de capital simbólico ligado a un escenario en conflicto
constante.
La multiplicidad de movimientos y recambios alrededor de este nuevo
mapa generó el surgimiento de proyectos políticos que en palabras de Preciado
Coronado, tienen una “nueva gramática democrática de resistencia y
reconocimiento de agendas sociales relacionadas con la integración autónoma
latinoamericana”.
Planteada como el eje
transversal para pensar la integración, en este caso, entre la sociedad
brasileña y la argentina, la comunicación permite reflexionar acerca de la
participación ciudadana en un escenario conflictivo por los últimos hechos
vinculados a la política y por una serie de manifestaciones que están vigentes
aún en nuestros días. En este sentido, se piensan y construyen ideas acerca del
impacto que a nivel regional han provocado esas transformaciones en la
generación de mecanismos inherentes a los procesos democráticos y a la
reconfiguración que éstos están atravesando en varios puntos del mapa grande.
Indefectiblemente, abrir este debate también implica reflexionar acerca
de cómo estos procesos hacen eco en las nuevas formas de organización social
que reflejan el consenso, por parte de la sociedad, de adoptar nuevos
comportamientos, nuevas formas de interpretar lo que está sucediendo. Esto
lleva a una fragmentación social en términos de la construcción de identidades
y subjetividades, que hoy no sólo es intervenida por medios tradicionales y por
sectores de poder diversos, sino que responde a nuevas herramientas de
comunicación autónoma. Hay una necesidad que subyace en la integración, el
querer tomar la palabra.
Sobre la base de estas consideraciones se plantea una reflexión que
tiene en el centro a los fenómenos comunicacionales del último tiempo, en materia
de integración, a través de los discursos de las comunidades sociodigitalizadas
en ambos países, que llevan en su fibra más íntima una concepción de democracia
que quedó evidenciada en los últimos hechos.
En palabras de Rodríguez & Theiler (2016):
(…) La construcción y
reconstrucción de “realidad social” se dinamiza por la participación de los
actores en el espacio público político (políticos, periodistas y ciudadanos) en
un contexto de configuración autónoma (no necesariamente independiente pero tampoco
de respuesta masiva) de los discursos, en un complejo espacio de interacción en
redes que reconfiguran realidades “sociodigitalizadas” (Rodríguez &
Theiler, 2016: 144).
En este sentido, esas nuevas realidades poseen un andamiaje que le
permite a las comunidades en redes, ir dejando nuevas marcas narrativas.
En esta misma línea, las autoras señalan que es en este nuevo contexto
en el cual se pueden
Identificar, sistematizar y
describir nuevas formas de comunicación y participación ciudadana que implican
la construcción de “realidades sociodigitalizadas”, es decir, la configuración
del espacio público a partir de la publicidad que adquieren discursos privados,
individuales o grupales a través de las redes sociales y de entornos de
virtualidad, en tanto la cobertura mediática participa reconstruyendo dichos
entornos y por ende, los canales de participación ciudadana en el espacio
público (Rodríguez &Theiler, 2016: 144).
Sobre
la base de estas consideraciones, las autoras remarcan como eje fundamental para
poder comprender y estudiar estos procesos,“el reconocimiento de la
participación ciudadana en hechos de alta significación social”(Rodríguez
&Theiler, 2016: 144). Al mismo tiempo señala que la construcción de
realidad a partir de estos discursos “se presenta como antagónica, configurando
realidades múltiples en permanente competencia” (Rodríguez & Theiler, 2016:
144).
Tomando un aporte de Baudrillard, Trivinho remarca que esta puesta en
escena de ese capital simbólico (información transfronteriza) en la política
internacional supone la generación de una sensación instalada de
“hiperrealismo”. Si se traslada ese concepto a las categorías de análisis y
escenarios del contexto actual regional, se podría plantear cómo esa aparente
hiperrealidad simbólica (en este caso sociodigitalizada o virtual) se da entre
las comunidades dentro del territorio brasileño y argentino, como el epicentro
de reclamos y descontentos, como lugar de convocatorias masivas, como espacio
para propiciar la integración, para ser un “otro latinoamericano”. En este
sentido, se pueden pensar y cuestionar los nuevos contextos que se están
configurando a la par de nociones tradicionales de política, de cultura de
dominio de la información.
Según el autor, esa resultante de un escenario de esas características
está ligada a una serie de indicadores de producción informacional que intentan
conquistar una supremacía en términos económicos y financieros, además de
aspectos tecnológicos y culturales. Se puede pensar esa reflexión, en este caso
en que el capital transpolítico que está en juego también se relaciona con la
necesidad por parte de las comunidades, organizaciones y grupos emergentes de
obtener total soberanía y poder en esta nueva narrativa virtual. En este
sentido Trivinho señala:
La constancia de la transpolítica
no se reduce sin embargo, a las sinuosidades de su misma ruta. Su proceso
fenoménico perdura (y por extensión, su temática se convalida con nuevos
matices) porque sus elementos estructurales (amplitud internacional, acontecimientos
fuera de control, erosión de la función pública del Estado y de la política
instituida, velocidad tecnológica, violencia objetiva- concreta o simbólica)
constan en la actualidad de multiplicidades de sentidos rearticulados y
revitalizados (Trivinho, 2006: 93).
En este sentido Trivinho señala que el concepto de transpolítica “cubre
estrictamente todos los acontecimientos y hechos, situaciones y circunstancias,
fenómenos, procesos, tendencias sociales, económicas y/o tecnológicas, ya sean
duraderas o transitorias, siempre de alcance macroestructural, cuya naturaleza
(dinámica) y consecuencias, escapan entera o parcialmente a la jurisdicción de
las instituciones políticas consolidadas en los últimos siglos (Trivinho, 2006:
93).
Sobre la base de esas perspectivas, el concepto de transpolítica
encierra una demarcación socio-histórica, operacional y tecnocultural
específica. En este sentido se vincula exclusivamente, al modus operandi de la cibercultura, tomada
por Trivinho como “nomenclatura
definitoria de la época, comprendiendo el ciclo social-histórico estructurado
como “civilización mediática avanzada”. En ésta, intervienen el dominio del
capital infotecnológico y del capital cognitivo. La nueva democracia
cibercultural es, en esencia, transpolítica y se encuentra en reconfiguración a
la par de los esquemas sociales convencionales.
El autor también plantea el concepto de “ciberalfabetización en masa en
escala creciente”, que evidencia el
carácter transpolítico de los fenómenos tecnológicos actuales, en los
que como señala Trivinho, la comunicación se da “en tiempo real y es el
principal vector de articulación y modulación de la vida humana”. En esta misma
línea, Preciado Coronado toma el aporte de Quijano (2000) y señala:
Desde otra perspectiva, el imaginario
latinoamericano es fruto de tradiciones históricas autonómicas que, sin
embargo, son asumidas de manera heterogénea; en unos casos, desde la retórica
nacionalista y prácticas pragmáticas en los hechos, en otros casos desde la
inspiración de un pensamiento orientado a la crítica a la colonialidad del
poder mediante una nueva gramática que vuelva su mirada al pensamiento
bolivariano, martiano y el de los pueblos originarios (Quijano, 2000 en
Preciado Coronado, 2014: 48).
Las nuevas realidades que se levantan tanto en suelo argentino como en
suelo brasileño, tienen en sus cursos de acción estas concepciones y proponen
nuevas lecturas para pensar la integración, vista desde lo comunicacional y lo
comunitario, pensando siempre en un ciudadano casi que “expatriado”, que va por
un sentido más amplio, el sentirse latinoamericano. Como bien menciona Preciado
Coronado:
Se pueden distinguir dos grandes esquemas de
integración que se debaten mundialmente: la integración regional por bloques
que comparten intereses comerciales, cada vez más vinculados a las reformas de
mercado, y la integración regional comunitaria, que apunta hacia la
multidimensionalidad de lo social desde aspectos económicos, políticos y
culturales. No obstante que ambos formatos apelan a la democracia como base de
sustentación de sus regímenes, de sus gobiernos y como marco condicionante de
sus relaciones internacionales, cabe preguntar si los valores democráticos, los
regímenes y las prácticas sociales participativas son potenciados en general por
los procesos de integración y en particular sobre lo que aportan u obstaculizan
cada uno de los esquemas de integración (Preciado Coronado, 2014: 46).
Dentro de este contexto evidentemente transpolitizado de fenómenos que
alcanzan a cruzar las fronteras y a replicar ciertas situaciones en ambos
países, la transición se ve representada por ciertas prácticas de resistencia
que dejan marcas. A través de ellas, es que las comunidades pueden hacer su
relato, en donde prevalece un proyecto político con una impronta diferente.
La inminente transformación de las sociedades a partir de las TICs,
radica en el poder que éstas tuvieron y tienen en nuestros días, para crear un
nuevo imaginario social, generar nuevos discursos en nuevos soportes, volver a
la comunicación y la cultura terrenos aptos para la creación de ideología, para
la circulación de nuevos mensajes, además de la influencia que tuvieron -y
tienen- en el cambio de paradigma.
Esta reinvención de lo social, impactó y va a continuar impactando en
los medios tradicionales y de esta manera se siguen sembrando interrogantes
alrededor de la comunicación. Prueba de esto han sido y son las
manifestaciones, como clave de que estamos siendo atravesados por procesos
nuevos, de intercambio de un tipo de poder quizás más volátil, de crisis de
instituciones empoderadas desde el Estado y desde los medios. Es allí donde la
población piensa en hacerse escuchar donde aparecen las formas de la
cibermilitancia, que marcan el rumbo de más transformaciones.
Como bien menciona Preciado Coronado, los desafíos que la democracia
plantea a la integración, “se ubican tanto en el ámbito del Estado nacional,
como de la nueva institucionalidad supranacional que está emergiendo al calor
de la integración y las demandas de participación social respectivas” (Preciado
Coronado, 2014: 48). Esto se traduce en una mayor circulación de información
entre fronteras y el levantamiento de comunidades interconectadas a la par de
un objetivo que envuelve a la lucha por ese capital simbólico transpolítico que
excede a las instituciones y poderes de la política internacional.
Pensar el valor de un capital simbólico, en términos de integración no
es pensar en su virtualidad y abstracción en la red, sino que también pretende
dimensionar el volumen de su intervención en términos reales, trasladando
situaciones de un país a otro. Esto implica también leer las movilizaciones
desde una lógica más amplia. Éstas ya no se destacan por su carácter masivo
únicamente, sino también por su carácter creativo, con acciones en el campo
cultural, gestando desafíos en relación a los modelos tradicionales de
participación política.
El caso más ilustrativo del último tiempo es el cartel “Fora Temer” que desde Brasil hasta Olivos, implicó la
movilización de fuerzas sociodigitalizadas, para apoyar una representación y un
sentido de democracia, en oposición a otras formas.
Estos fenómenos compartidos a través de redes, movilizados por sentidos
opuestos a los nuevos gobiernos, por una necesidad urgente de repudio, por
dejar en evidencia procesos antidemocráticos (como lo fue el caso del Impeachment[1]en
Brasil). Estos sentidos tomaron real relevancia cuando se trasladaron al
escenario internacional, que a través de esos mecanismos compartidos apoyó ese
discurso.
En palabras de Rodríguez & Theiler:
(…) Este nuevo espacio público es
tan distinto a las estructuras y dinámicas de los espacios públicos anteriores
que existe un espacio público antes y después de las TIC. A través de ellas se
modifican las reglas de la interacción social tradicional produciéndose nuevas
formas de socialización y de participación virtual, tanto individual como
grupal y con impacto tanto en los mismos entornos virtuales como en los
espacios no virtuales (Rodríguez & Theiler, 2016: 328).
Esto permite pensar que la integración de la comunidad
sociodigitalizada tiene en su base el objetivo de resistir, de transformar, de
generar un tejido de conceptos y de actos opuestos a los establecidos, por la
disconformidad en relación al reacomodamiento de los poderes del Estado.
En Brasil, estos reclamos que nacieron y se fueron gestando desde una
postura “a-partidaria” o incluso “anarquista” como muchos la calificaron, se
caracterizaron por haber sido gestadas en redes virtuales, como primera
instancia, llegando a materializarse masivamente en la calle. Las
manifestaciones significaron el comienzo de la fisura a nivel
político-institucional que se ha venido arrastrando hasta hoy. Este mecanismo
de acción, se legitimó a través de procesos que hicieron eco en distintos
sectores de la población.
La denuncia, el descontento, la incertidumbre fueron constituyendo el
conflicto y las reacciones a través de Facebook y Twitter, como las principales
redes que marcaron un quiebre en relación a las formas tradicionales de
representación de interés.
Esto provocado por la ausencia de instituciones comprometidas con ese
reclamo, partidos políticos en declive, que dejaron en manos de la comunicación
autónoma, al liderazgo por parte de grupos militantes emergentes o provenientes
de otras esferas. Al mismo tiempo, los medios de comunicación masivos, quedaron
en el ojo de la tormenta por generar contenidos tendenciosos y sesgados
políticamente, en pos de favorecer ciertos procesos en contra de otros. Esa
incidencia en la opinión pública hizo que ciertos discursos tuviesen más
visibilidad que otros.
La crisis de las instituciones políticas y de medios le dio aún más
fuerza a la acción colectiva. Las conversaciones virtuales se daban en las
plataformas y se materializaban en la calle.
El malestar, era una sensación compartida, que expresaba confusión, y
crecía a través de las protestas callejeras en todo el país, a partir de los
encuentros en redes sociales, siendo las principales Twitter y Facebook.
Lo que en 2013 se había constituido como un reclamo de vastos sectores
de la población, se tergiversó en el manejo cotidiano de los medios masivos
tradicionales, conjuntamente con el clima de crisis, hasta llegar a colapsar a
principios de ese año y lograr que las redes fueran, de manera inversa, las
protagonistas en las convocatorias y que eso continuase generando una
polarización a nivel poblacional, al mismo tiempo que una integración a nivel
regional. Los grupos de resistencia en Argentina apoyaron el cartel “Fora Temer” impulsados, por la misma situación. La crisis
por los cambios en el gobierno estatal, el apoyo acerca del proceso de Impeachment, como un golpe de Estado, entre tantas otras
situaciones que se fueron sucediendo a la par.
En términos de medios tradicionales, esta manera de recortar la
realidad comenzó a imponer una lógica distinta a la de años anteriores. El
agregado de valor en el asunto público fue la irrupción de los colectivos
autoconvocados. Esto hizo que la lógica de agenda se invirtiera.
Las nuevas formas de participación ciudadana y la intrincada relación
entre las redes sociales y las calles en la configuración de las protestas
brasileñas y argentinas fueron y son hoy evidenciadas por los eventos de
Facebook, páginas web y blogs de los distintos grupos emergentes. Quienes
militan, se convocan y manifiestan, operan hoy a través de lógicas diferentes,
sabiendo sortear además (según la postura ideológica de cada grupo) las
maniobras mediáticas hegemónicas.
En este sentido, las redes han
sido fuerzas catalizadoras y mediadoras en la producción de cada mensaje, cada
movilización callejera, cada lugar en el que se hizo y hace hoy uso de la
palabra. Esos procesos de legitimación han sabido diferenciarse entre los
anteriores, situando temas de discusión, llevando a la constitución y
fortalecimiento de la cibermilitancia como fenómeno para pensar la integración.
Esto no sólo a nivel nacional, sino que con apoyo de ciudadanos globales,
generando impacto en la región y en otras masas de la geopolítica
latinoamericana.
Entra en juego así la cibermilitancia como aquella práctica alternativa
de comunicación política que no conoce fronteras ni límites materiales y que es
justamente su intangibilidad la característica que la define por esencia. Esto impacta en la generación de una nueva
agenda que no está marcada por los medios ni por los funcionarios políticos,
sino por los antiguos receptores pasivos que se han transformado en
movilizadores y líderes de procesos de opinión. La cibermilitancia ha creado un
cierto tipo de comunicación horizontal en el que todos se vinculan como
productores y consumidores de información.
En esta misma línea, Sousa Santos (2010)
introduce en el debate un concepto clave para hacer una lectura sobre estos
fenómenos de integración: la plurinacionalidad. El autor señala:
La plurinacionalidad es el
reconocimiento de que la interculturalidad (…) es el resultado de un acto
político consensuado entre grupos étnico-culturales muy distintos con un pasado
histórico de relaciones que, a pesar de su inherente violencia, abre -en la
presente coyuntura- una ventana de oportunidad para un futuro diferente (Sousa
Santos, 2010: 98).
En este sentido, el autor plantea que en el marco de la
plurinacionalidad, “la interculturalidad solamente se realiza como democracia
intercultural”. En este sentido, Sousa Santos remarca:
Por democracia intercultural en el
continente latinoamericano entiendo: 1) la coexistencia de diferentes formas
de deliberación democrática, del voto individual al consenso, 2) diferentes
criterios de representación democrática; 3) reconocimiento de derechos
colectivos de los pueblos como condición del efectivo ejercicio de los
derechos individuales (ciudadanía cultural como condición de ciudadanía
cívica); 4) reconocimiento de los nuevos derechos fundamentales
(simultáneamente individuales y colectivos; y, 5) más allá de los derechos,
educación orientada hacia formas de sociabilidad y de subjetividad asentadas en
la reciprocidad cultural (…) (Sousa Santos, 2010: 98).
Sobre la base de estas consideraciones se pueden leer los fenómenos
alrededor del “Fora Temer” como célula
discursiva de la sociedad brasileña, pero también de la sociedad argentina, en
apoyo a su relato. Esa reciprocidad cultural de la que habla el autor es
justamente ese reconocimiento del otro, que tiene el mismo sentimiento,
ideología o inclinación por un concepto o idea política, que lleva a la
integración y a la conformación de ese gran ciudadano.
El famoso “Fora Temer” retumbó en todo
Brasil y enlazó con las comunidades en Argentina con marcas narrativas que
dejaron entrever el apoyo: “Macri apoya el golpe en Brasil”; “Fuera Temer
Golpista”; “América Latina unida, nunca más golpe”; “Buenos Aires por la
democracia en Brasil”; “Patria grande, los mismos sueños, las mismas utopías,
el mismo enemigo”.
El sentido de lo cultural y del todos somos uno, alcanzó cuestiones
ligadas al conflicto actual argentino (como el caso Milagro Sala), que estuvo
presente durante la manifestación en Olivos, dejando entrever que no sólo las
marcas iban por el repudio del presidente brasileño, sino que en la misma
intervención cultural y política, se entremezclaban situaciones conflictivas de
nuestro país (pueblos originarios, jóvenes universitarios con carteles en contra
de la dictadura/impeachment). Esa proyección de concepciones alrededor de una
idea de democracia es el resultado de la convergencia de discursos que pregonan
por la integración en clave ideológica y en clave política y social.
La movilización, por parte de ciudadanos brasileños fue convocada
por el ColetivoPassarinho, un grupo de que ya
había promovido antes, manifestaciones a favor de la expresidente Dilma
Rousseff en los últimos meses. Las organizaciones presentes por parte de los
argentinos fueron el Movimiento Evita, Peronismo Militante y la Corriente
Nacional Martín Fierro. Todas acusaban al nuevo mandatario brasileño de
encabezar un gobierno ilegítimo por asumir en lugar de Dilma Rousseff luego de
su reciente destitución como jefa de Estado.
En definitiva, esta articulación permite ver claramente el valor de la
comunicación en los fenómenos transfronterizos, para leer las marcas que los
grupos van dejando y que dicen y hacen cosas por la integración. Integración
como eje en los nuevos procesos de recambio entre estos países y como dialogo
continuado.
La gravedad de la situación no se mide tanto por esa rivalidad
evidenciada en los grandes estrados y en las calles entre civiles. La fisura va
más allá y acarrea a todo el proceso, que aún no termina y se encuentra además
desenfocado mediáticamente. Lo que se comenzó a construir en los nuevos
ambientes socio-comunicacionales es lo que se deberá mantener e impulsar en el
tiempo para que la construcción de esa fuerza encuentre siempre lugares
autónomos en donde expresarse.
Allí, se seguirán poniendo de
manifiesto las fisuras que anteriormente estuvieron acalladas, mediadas por una
suerte de dimensión analógica que implicó mayor impunidad. Lo digital supone
nuevos ejes, piensa en la instantaneidad y denuncia y enuncia nuevos discursos
que van al choque con las formas tradicionales.
En definitiva, seguirán abiertos una serie de interrogantes alrededor
de cómo es que estos grupos de ciudadanos a través de la cibermilitancia
seguirán operando, cómo se irán dando los consumos, nuevamente comunicacionales
y culturales, en una nueva etapa de reacomodamiento de la democracia brasileña
y argentina y de intereses mediáticos que hoy pisan fuerte. El escenario
continuará, tanto a nivel local, como regional con el fuerte impacto de las
reconversiones democráticas propias de esta época, debatiéndose en suelo político-institucional,
un país.
Los conflictos del último tiempo en Argentina y Brasil se han articulado como eje de los procesos de integración
latinoamericanos, llevando a la emergencia de nuevos comportamientos entre las
comunidades sociodigitalizadas que se condensan en un mismo discurso. Esa
enunciación, como elemento de integración autónoma sirve para leer los procesos
en clave comunicacional y política.
En definitiva, adherir a esta visión y a este
nuevo modo de leer los escenarios, permite poner en tensión varias ideas. Por
un lado, dejar de suponer que la revolución está a un click de distancia, o que
la participación territorial puede suplantarse o disminuirse por un “me gusta”,
una etiqueta de Twitter, hashtag, una
convocatoria en la página de Facebook, o en un blog. La mirada debe ser
multidimensional. Dejar de suponer, repito, que pueden las grandes masas ir en
contra de los grandes poderes para poner patas arriba a un país, sólo por
compartir o replicar hechos y dichos en Facebook.
Lo que verdaderamente empodera a esos nuevos
cibermilitantes es su propia palabra, el querer decir algo, el legitimarse
desde diversos discursos y lugares de expresión. La palabra en cualquiera de
sus formas y plataformas, incomoda y cuando es puesta en la escena y reforzada
en su materialización, en su lugar caótico de desenvolvimiento, funciona. Lo
transpolítico de este fenómeno avasalla los estrados de poder convencionales y
dialoga con la región, intentando construir una nueva subjetividad que sea
representativa del ciudadano latinoamericano. Los nuevos proyectos
políticosociales de esas grandes masas se intensifican y dejan sus marcas.
Los
cibermilitantes convocan, preparan, generan discursos, nombres, etiquetas,
interpretaciones múltiples de la realidad, para luego saber desde dónde tomar y
calzar los estribos al frente de las manifestaciones y los reclamos. Su
expresión siempre quiere decir algo y su tangibilidad aún más.
No alcanza. Esa es una de las tantas
implicancias que tiene esto de pensar la integración, una de las tantas miradas
que se debe tener en cuenta. Y digo no alcanza porque se necesita de algo más
que una generación y nacimiento espontáneo de grupos y sus discursos. Las
miradas que impulsan los mismos medios tradicionales y los partidos políticos
dirían que esa es la independencia y autonomía de las masas, ante el riesgo de
ver el despojo de su legitimidad frente a estas nuevas voces.
Lo cierto es que hay un nuevo entramado de
poderes que se tironean. Y en este sentido esos nuevos poderes saben incomodar,
saben resurgir y generar tensiones. Lo verdaderamente difícil es que tengan a
la par a un Estado que les permita elevarse y desarrollar sus propios espacios
de autonomía, su propio lugar en la esfera pública. No porque aún lo tengan,
sino por el hecho de que a veces sea invisibilizado o disminuido a lógicas de
producción mercantilista, en medios, en otros espacios.
Los desafíos y las posibilidades que presenta
la comunicación de las comunidades transfronterizas, en materia de integración,
siempre van a plantear y reconvertir sentidos alrededor de la idea de
democracia, vista como el fenómeno transpolítico que está en el centro del conflicto
social y que tiene un sinfín de matices ideológicos. Esos fenómenos que se dan
a favor o en repudio de algo, siempre dicen algo y la palabra, como enunciado,
hoy atraviesa la frontera captando la atención de grupos masivos que utilizan
distintas estrategias para posicionarse en el escenario público. Esto en
términos de cultura simboliza la gran capacidad de estas comunidades por marcar
su propia cancha y avanzar con el elemento más controversial que tienen, la
información, como capital transpolítico inherente a cualquiera de sus modos de
actuar. Inmersos en un escenario conflictivo y reacomodados bajo una nueva
gramática de democracia intercultural, también apuntan a reinventar su propia
identidad, como algo siempre por fuera de los límites geográficos de cada país.
En otras palabras, y como eje abierto queda
pensar en la necesidad de que esos grupos sean un efectivo contrapeso del poder
hegemónico de los medios tradicionales y que al mismo tiempo, impacten en el
escenario político-institucional, en términos de multiplicidades reales,
habiendo existido antes una decisión política de empoderar aquellas nuevas
enunciaciones y marcos desde los cuales darle continuidad en escenarios
democráticos, desde los cuales pensar la integración.
En
este sentido, poder pensar la interculturalidad, como elemento para la
reinvención de lo social, en palabras de Sousa Santos, intentar visualizar “el
problema de saber lo que hay de común entre las diferentes culturas para que el
«inter» pueda hacer sentido”. Asimismo, quedará también abierto el debate en
torno a la infraestructura que cada país tiene, en materia de comunicación y
circuitos de circulación simbólicos, para entender el porqué de muchos sentidos
más.
Como bien remarca Sousa Santos, esa
interculturalidad y ese fenómeno que está rebalsando a los estados nacionales,
no será fácil de ignorar:
Lo que subyace como elemento común
al trabajo de interculturalidad en un espacio-tiempo histórico dado
(organización, comunidad, región o país), es el modo específico en que ese
espacio-tiempo concibe y organiza la interculturalidad. O sea, la
interculturalidad es un camino que se hace caminando (Sousa Santos, 2010: 102).
En pocas palabras, habrá que seguir (re)
planteando la posibilidad de integración de nuestros países, desde estas
lógicas, en el mientras tanto.
Barreira, C.
Diogo Tavares, A. Da Costa Vieira, F. Quintans, M. Ribeiro Prado, A. Hiroaki,
M. De Paula Aguiar Araújo, R. (2016). Movimentos populares,
democracia e participação social no Brasil. Ciudad Autónoma de
Buenas Aires: CLACSO. Enlace: www.biblioteca.clacso.edu.ar
Costa, S.
(S/D). Movimentos sociais, democratização e a construção
de esferas públicas locais. Revista brasileira de Ciências Sociais,
12, pp.1-15.
Fernández,
C.B. (2008). Ciberpolítica: ¿cómo usamos las tecnologías
digitales en la política latinoamericana? Buenos Aires: Konrad
Adenauer Stiftung.
Ferré, C.
(2014). El uso de las redes sociales: ciudadanía, política
y comunicación. La investigación en España y Brasil. Barcelona:
Institut de la Comunicació, Universitat Autónoma de Barcelona.
Pardo, A.L.
(2014). Jovens protestam nas ruas do Brasil: o que revela
essapotência da multidãoemrevolta? Buenos Aires: CLACSO.
Preciado, J.
(2014, enero). La nueva gramática democrática frente a la
integración autónoma latinoamericana y caribeña. Sociedade e Estado,
29, pp.45-72.
Rodríguez, M. y Theiler. E. (2016). “Construcción
de la realidad social desde la participación ciudadana en entornos virtuales y
desde los discursos mediáticos”. En:
RAIGAL. Revista Interdisciplinaria de Ciencias Sociales Nº 2, abril -
septiembre 2016 (Sección Comunicaciones y Notas, pp. 143-150) e-ISSN 2469-1216.
Villa María: IAPCS, UNVM. Enlace: http://raigal.unvm.edu.ar/ojs/index.php/raigal/article/view/19/56
Rodríguez, M. y Theiler. E. (2016). “La
realidad sociodigitalizada. Participación ciudadana, redes sociales y medios
masivos de comunicación en Córdoba, Argentina” (pp. 325-332). En: Memorias del XIII Congreso de la Asociación
Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), “Sociedad del
conocimiento y comunicación: reflexiones críticas desde América Latina”. Grupo
Temático 19: Comunicación digital, redes y procesos. México. ISSN 2179-7617. Enlace: http://alaic2016.cua.uam.mx/documentos/memorias/GT19.pdf
Santos, B.
(2010). Refundación del Estado en América Latina.
Perspectivas desde una epistemología del Sur. Lima: Instituto
Internacional de Derecho y Sociedad.
Trivinho, E.
(2006, diciembre). A condição transpolítica
da cibercultura. FAMECOS, N°31, pp. 91-101.
___
Virginia Tissera
tisseravirginia@gmail.com
Licenciada
en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Villa María.
[1] Proceso de juzgamiento que persiguió la destitución de la primera
mandataria brasileña, acusada de cometer crímenes de responsabilidad,
“pedaleadas fiscales” y corrupción en el tema Petrobras.